«Un mal año si temes el viernes 13», por Stephen King

Artículo del New York Times por Stephen King. Un mal año si temes el viernes 13

Un triscadecafóbico es alguien que teme al número 13, y este no es un buen año 1 para los triscas, entre los que me encuentro. Vivir un año con la reputación que George Orwell 2 le ha dado a este ya es bastante malo, pero considerad este aliciente añadido: por solo 27ª vez desde el año 1800, estamos viviendo un año con tres viernes 13, el máximo posible. Uno cayó en enero, otro cae en abril (ojo, que es mañana) y el tercero ocurre en julio.

Como ocurre con todas las supersticiones, este miedo irracional a los 13 en general y al viernes 13 en particular tiene raíces que pueden ser fácilmente excavadas y examinadas. Según la mitología nórdica, 12 de los dioses fueron invitados a una cena en el Valhalla. Nadie quería a Loki, porque era un notorio alborotador. Pero Loki, según la leyenda, descubrió lo que ocurría y se coló en la fiesta. Hubo una pelea y Baldur, el dios más popular del panteón, murió. El antecedente cristiano es aún más pertinente: Jesús tuvo 12 discípulos; con él hacían 13. Fue traicionado por uno y crucificado un viernes. ¿Fue un viernes 13? Lo siento, mi calendario perpetuo no se remonta tan lejos.

A mi mente racional le encanta la información de este tipo: le encanta saber, por ejemplo, que la superstición de no encender tres cigarrillos con una cerilla es tan moderna como las guerras de Crimea y de los bóeres, cuando los francotiradores vigilaban las trincheras británicas y medían la distancia por el primer cigarrillo encendido, el viento por el segundo y luego hacían saltar al tercer fumador por el resplandor de su cara. «¡Genial!», aclama mi mente consciente. «¿Ves? Eso es todo, ¡idiota!» Y así es. Pero si enciendo cigarrillos para tres, sigo sacudiendo la primera cerilla después de los dos primeros encendidos y rasco una segunda, o tapo mi mechero y lo vuelvo a encender.

Del mismo modo —y ahora hablo con total honestidad, aunque un poco avergonzado— siempre subo los dos últimos peldaños de mi escalera trasera como si fueran uno solo, convirtiendo 13 en 12 (después de todo, había 13 peldaños en la horca inglesa —hasta 1900 más o menos— y las ejecuciones se llevaban a cabo tradicionalmente los viernes).

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«Cuando estoy leyendo, no me detengo en la página 94, en la página 193, en la página 382, etc. Los dígitos de estos números suman 13.»
Stephen King

Este comportamiento es, por supuesto, neurótico, pero a veces pienso que es la neurosis y no el amor lo que realmente hace girar al mundo: pensad en todos esos jugadores de baloncesto que se persignan antes de lanzar los tiros libres, por no hablar de los corredores de bolsa que llevan monedas de la suerte y de los carpinteros a los que no se les ocurriría terminar una casa sin clavar antes una rama en el tejado.

Es neurótico, claro. Pero también es... más seguro.

Y un vistazo a los libros de historia sugiere que el viernes 13 no parece ser un día especialmente afortunado. Antes de que empieces a burlarte de mí y de mis compañeros triscas, considera lo siguiente:

* 13/2/1959: John Foster Dulles ingresa en el hospital Walter Reed para ser operado de una hernia; el verdadero problema, que lo matará, resulta ser un cáncer.

* 13/2/1959: Unas terribles inundaciones obligan a 1.500 personas a abandonar sus hogares en Indiana al desbordarse el río Wabash.

* 13/7/1956: Un avión de transporte militar se estrella al despegar de la base aérea de McGuire, en Nueva Jersey, en medio de una tormenta. Cuarenta y cinco personas mueren.

* 13/7/1956: Estados Unidos y Gran Bretaña rechazan las peticiones de la India y de Yugoslavia para detener las pruebas atmosféricas de armas nucleares.

* 13/2/1953: El juez Irving R. Kaufman se prepara para fijar la fecha de ejecución de Julius y Ethel Rosenberg.

Tan solo es una muestra aleatoria, todas de años en los que el triple golpe del viernes 13 estaba en vigor. Esos años parecen singularmente desafortunados.

En 1804, el primer año triplemente malo de mi calendario perpetuo, Aaron Burr se batió en duelo con Alexander Hamilton. En 1874, nació el compositor Arnold Schoenberg, un gran triscadecafóbico, un 13 de septiembre. Murió en 1951, el viernes 13 de julio (1874 fue un triple golpe; 1951, posiblemente la fecha realmente desafortunada de Schoenberg, no lo fue). En 1888, Jack el Destripador se cobró su última víctima y desapareció en la niebla londinense para siempre; en 1914, Rasputín se convirtió en el gobernante de Rusia de hecho, aunque no de nombre; en 1942, Hitler comenzó a realizar grandes ataques contra la Unión Soviética, Polonia, los Países Bajos, Austria, Grecia y Yugoslavia.

¿Más? En 1956, Bela Lugosi murió y fue enterrado con su capa de Drácula. En 1959, el público estadounidense descubrió atónito que la mayoría de los concursos de televisión estaban amañados y que a los ganadores de grandes premios les pasaban las respuestas. En 1970, los Beatles se disolvieron y se obtuvieron fotografías del monstruo del Lago Ness, fotografías que, según la Oficina de Investigación del Fenómeno del Lago Ness, «desafían cualquier explicación ordinaria».

Portada original del cómic Creepshow de Stephen King

Stephen King escribió el relato 1408 sobre una habitación de hotel endemoniada. Si sumas los dígitos del número de la habitación da como resultado 13.


«Oh, dame un respiro», te oigo decir —cada año es una mala noticia para alguien, alguna ciudad, algún estado, alguna zona— «pero, por favor, no cargues los dados tan escandalosamente». Vale, vale. Los siervos prusianos se emanciparon en 1807, un año triplemente malo, y nuestra bandera (que tiene 13 franjas) se adoptó en 1818, otro. Por no hablar del primer vuelo con motor de los hermanos Wright, que tuvo lugar en 1903, un año triplemente golpeado.

Te concedo eso, y te lo concedo alegremente. Pero los triscas veteranos como yo no estamos convencidos. Todavía nos sentamos en nuestros asientos de avión con un sudor frío después de darnos cuenta de la suma total de los dígitos del vuelo 508; todavía nos sentimos incómodos al ver el Canal 13; todavía preguntamos al recepcionista si hay otra habitación disponible cuando nos dicen que vamos a pasar la noche solos en —¡gulp!— la habitación 913 (aunque contamos con razón nuestras bendiciones y damos gracias a Dios de que la mayoría de los hoteles muy sensatamente no tienen pisos 13). Lo irracional es irracional; eso lo admitimos. Pero también insistimos en que lo seguro es lo seguro.

Así que si conoces a un trisca y descubres que este año él o ella ha adoptado una mentalidad de refugio antibombas, sé amable: después de todo, no habrá otro hasta 1987, y eso son tres años sin fobia. Y reserva un pensamiento comprensivo para tu fiel corresponsal, que está haciendo lo mejor que puede en circunstancias que darían un ataque hasta al más duro de los triscas: no solo es un año triplemente malo, sino que este año he cumplido 13 años de matrimonio, tengo una hija de 13 años y he publicado 13 libros. Aun así, el año que realmente temo es 1998. En ese año del triple golpe tendré 49 años. ¿Puedes sumar 4 y 9? Como dice el señor Rogers, «sabía que podías».

Ese es el año que realmente podría pasar en un refugio antiaéreo.

Stephen King
12 de abril, 1984

Texto original publicado en The New York Times. Traducido por Óliver Mayorga.

El artículo fue escrito en 1984.
2 King hace referencia a la novela distópica 1984 de George Orwell.

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